viernes, 11 de abril de 2008

Eucaristia


Qué milagro se ofrece cada día
ante la humanidad indiferente!,
todo un Dios, infinito, omnipotente,
da su cuerpo, cosecha de agonía.

Nos espera en amante cercanía
como agua, vino y pan, limpio torrente,
zumo añejo de paz, viva simiente,
alimentos de célica alegría.

¡Qué humildad!, en el fruto consagrado
está Dios, el espíritu inmortal,
en silencioso amor esclavizado.

Olvidó su dolor, nuestro pecado,
nos ofrece su reino celestial,
y le dejamos solo, abandonado

Mi Amado para mi


Ya toda me entregué y di
Y de tal suerte he trocado
Que mi Amado para mi
Y yo soy para mi Amado.

Cuando el dulce Cazador
Me tiró y dejó herida
En los brazos del amor
Mi alma quedó rendida,
Y cobrando nueva vida
De tal manera he trocado
Que mi Amado para mí
Y yo soy para mi Amado.

Hirióme con una flecha
Enherbolada de amor
Y mi alma quedó hecha
Una con su Criador;
Ya yo no quiero otro amor,
Pues a mi Dios me he entregado,
Y mi Amado para mí
Y yo soy para mi Amado