lunes, 28 de abril de 2008

El Espíritu está presente en nosotros.


Frase
Cuando venga el Espíritu de la verdad, los iluminará para
que puedan entender la verdad completa ” (Jn 16,13).
“Jesús prometió que nos enviaría el Espíritu Santo. El Espíritu fue enviado
por el Abbá (Padre) y por el Hijo, tras la resurrección de Jesús de entre los
muertos. El Espíritu es el misionero del Padre y del Hijo. Él lo enseña todo.
Es el Maestro interior. El que hace posibles todas las obras de Dios. Es el
Consolador.
El Espíritu actúa de forma invisible. Los carismas derramados con abundancia
son su manifestación, su Epifanía. Actúa a través de la variedad de carismas
y carismáticos, por medio de todas las personas que disfrutan de su inspiración.
Muchos han descubierto que ahora nos encontramos en la era del Espíritu.
Esto quiere decir, que estamos en tiempos de la Misión del Espíritu. Él es el
gran Protagonista de la Misión, y quienes se dejan llevar por el Espíritu, son
los auténticos misioneros y misioneras de Dios hoy.

¡Ven, Espíritu Divino!
(Secuencia)
Ven, Espíritu Divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Amén


Por tanto, lo propio del Espíritu es dar vida, suscitar vida, hacer pasar de la
muerte a la vida, la vida plena que alcanza en la vida divina, la filiación del
Padre. Por esto, el Espíritu nos permite llamar a Dios Abba, es decir Padre
(Ga 4,6; Rom 8,26).
Todo lo que conduce a la vida, a la libertad y a la liberación, al gozo auténtico
para todos, a la justicia y a la paz comunitaria, procede del Espíritu. Una
de las consecuencias del don del Espíritu es que gracias a él, Jesús puede estar
con nosotros hasta el final de los tiempos (Mt 28,20). El Señor prometió
Pentecostés: comunidad llevada por el Espíritu Santo
que no nos dejaría huérfanos (Jn. 14,18). Gracias al Espíritu, Dios permanece
siempre en medio de nosotros. Fuente de esperanza: No estamos solos,
Dios está con nosotros y actúa en medio de nosotros.

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